No recordaba cuándo había dormido la última vez. Su ritmo de sueño se resumía en algunas cabezadas momentáneas que duraban apenas unos minutos. El estrés del trabajo había conseguido que incluso fuera de la empresa se mantuviera en permanente alerta. Le habían recetado diversas marcas de somníferos, ninguno parecía funcionarle así que se había rendido.
Al principio nadie lo notaba, pero cuando las ojeras eran evidentes, enmarcadas por unas abultadas bolsas bajo los ojos la gente le preguntaba si se encontraba bien. Intentaba disimular el temblor de las manos de los últimos días escondiéndolas debajo de la mesa cuando alguien se acercaba a hablarle o en los bolsillos cuando iba andando.
Sin embargo, los constantes despistes le habían delatado. Los informes que había mandado a su supervisor habían hecho saltar las alarmas. Compuestos de oraciones sin sentido con frases con verbo, reflexiones sobre algo que había visto por la calle, fragmentos de alguna receta inacabada que se entremezclaba con balances mensuales de ventas. Todo ello bastante alejado de los informes esperados por parte de una editora.
Le habían dado vacaciones forzadas. La preocupación en el rostro de su jefa no parecía fingida. Le había comentado que quizás se había incorporado muy pronto al trabajo tras dar a luz. Ella insistía en que se encontraba bien pero el temblor en su voz era evidente. Tenía quince días para dormir, para descansar. El problema era que no podía hacerlo. Una noche, mientras tenía la mirada fija en el techo, tratando de contar el dibujo de las luces que se colaban a través de la persiana en el techo, las voces habían empezado.
Al principio era un siseo, como en una biblioteca llena de universitarios molestos. Poco a poco el tono y el ritmo habían aumentado. Le exigían atención. Gritaban su nombre. Parecían distintos locutores, todos soltando enfurecidos diversos reproches. Les pedía perdón, les rogaba que la dejasen dormir.
Casi no sentía fuerzas ni para caminar. Había perdido hasta el apetito y sin darse cuenta lloraba sin hipo, simplemente las lágrimas resbalaban lastimosamente por su rostro. Se había visto de pasada delante del espejo del baño y por un momento se asustó al creer que había entrado una desconocida en su casa.
Intentaba leer a ver si conseguía relajarse, pero era imposible porque aquellos gritos eran constantes. Alguna vez intentaba contestarles a gritos ella también, pero la intensidad en las respuestas era todavía peor.
Aquella noche sin duda había sido la peor de todas, las voces habían aumentado de número y ya le resultaba imposible identificarlas, por un momento parecían algunas familiares, creyó reconocer la de su madre recordándole lo inútil que era en todo, siempre se había sentido una decepción para ella y ahora se lo gritaba dentro de sus oídos. Su jefa también le gritaba acusándola de su enorme fracaso editorial, sus amigas se reían estruendosas hablando de su físico, le decían que aquella abultada tripa la afeaba y que jamás nadie iba a quererla. Hasta su hermano la acusaba de haber perdido a su marido por no haber sabido ser una buena esposa. Todos a la vez…
Abrió los ojos cuando por fin sus gritos habían perdido intensidad. Poco a poco la respiración antes perdida cobraba de nuevo el ritmo. Las voces se habían silenciado. El vacío más absoluto le dejaba percibir con claridad hasta el zumbido del fluorescente del baño.
Silencio total. Felicidad absoluta. Quizás por fin se había dormido y estaba soñando. Sentía frío, estaba mojada. Le costó reconocer el tacto del lacado de la bañera. El pijama mojado se había pegado a su piel. Bajó la mirada a sus manos, agarraba algo. Entre sus dedos apretados al máximo estaba el delicado cuello de su bebé ya sin vida. Más que nunca deseó volver a despertar de un sueño que nunca tuvo.
Ostras me kedado helada....sin palabras......madre mía!!!!!!!!
ResponderEliminarguau.. super intenso y desgarrador!!
ResponderEliminarAsí es a veces la desesperación absoluta y la soledad, por desgracia ... Magnífico Rocío
ResponderEliminarDa mucha pena cuando el cerebro colapsa y no se puede más. Muchas gracias, amor¡
EliminarJoder! Me has dejado sin aliento y el corazón se me sale de su sitio. Cada vez los haces más escalofriantes 😰
ResponderEliminarMuchas gracias por acompañarme una semana más preciosa mía¡¡ Me alegro de "angustiarte" un poquito, un besazo amor
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