martes, 15 de octubre de 2024

La ribera del río

La sombra de su perseguidor ya la cubría por completo. No quería mirar atrás porque no estaba preparada para enfrentarse al mismo diablo. Siempre que tenía que volver del trabajo ella sola, tenía la intuición de que alguien la seguía. La misma persona que veía en la acera de enfrente de su modesta casa. Protegida por las sombras de una farola a la que los gamberros habían roto la bombilla.

No podía describirlo a la policía porque la negrura de su ropa no le permitía distinguir ni un rasgo. Además, se sentía una estúpida incluso al pensar que alguien como ella pudiera tener un acosador que la siguiera a todas horas.
Tampoco era capaz de imaginar quién podía ser. No tenía muchos amigos debido a su timidez, pero es que no era capaz de imaginarse a ningún enemigo. La paranoia le había hecho ver como sospechosos a todos los clientes del bar que se quedaban hasta el cierre y que estaba segura de que la desnudaban con la mirada. Ella trataba de mantenerse ocupada y no darles importancia, pero cuando se metía detrás de la barra le temblaban las manos.
Cuando se veía superada por el nerviosismo, se metía en el almacén y se sentaba un par de minutos sobre las cajas de botellines vacíos hasta que conseguía controlar la respiración. La bombilla de ese viejo almacén agonizaba y a veces parpadeaba sin motivo alguno o se apagaba sin más y luego se encendía sola. En uno de esos apagones, que no llegó a durar ni diez segundos, sintió como si alguien respirase junto a su oreja. Se estremeció poniéndose de pie casi de un salto. Salió de allí convencida de que alguien había entrado.
Esa noche al cerrar el bar, Javi, el camarero al que le había tocado el mismo turno que ella se ofreció para acompañarla, pero ella como siempre, agradeció el gesto y simplemente se despidió con un movimiento de cabeza y comenzó el camino de regreso a su casa por la ribera del río. Se había acostumbrado a llevar los auriculares puestos con música a todo volumen, le ayudaba a relajarse.
Rebuscó en el bolso esperando encontrar el móvil para conectar su lista de música. Por desgracia, se lo había olvidado en el trabajo. Maldijo en silencio y apuró el paso. Apenas notaba el cansancio gracias al subidón que le producía la adrenalina que emanaba del miedo. Escuchó el crujido de una rama detrás suya. Casi se echa a correr, pero le pareció absurdo. Recordó los cientos de películas que había visto donde las protagonistas trataban de escapar de sus captores, pero al final morían igualmente. Cerró los puños instintivamente.
Tenía la esperanza de encontrarse a alguien en el camino que se diera cuenta de que necesitaba ayuda. Sin embargo, a aquellas altas horas de la madrugada entre semana, el ruido y el trajín de la ciudad parecía dormir.
Trataba de pensar que ya no le quedaba mucho para llegar a la seguridad de su casa. Ansiaba más que nunca cerrar la puerta tras ella, dar dos vueltas a la llave y volver a respirar. Aunque por más que miraba a lo lejos todavía no se distinguía el final del camino. Los pocos coches que pasaban lo hacían lejos de allí. Podía haber seguido otro camino, pero era mucho más largo y a esas horas no era tampoco seguro, de esta forma al menos llegaba antes a casa.
No podía apenas respirar, sacó el pequeño inhalador del bolsillo y cuando se disponía a aspirar la dosis del medicamento, aquella sombra pasó a su lado protestando, diciendo que iba por el medio del camino y no le dejaba pasar. Hubiera pedido perdón, pero aquel joven no la hubiera escuchado debido a los enormes cascos que llevaba puestos. El susto que se llevó provocó que perdiera el equilibrio cayendo por el desnivel de la ribera y golpeándose el cráneo fuertemente. 
Al día siguiente la prensa abría con la noticia de que habían encontrado a una mujer brutalmente asesinada con un fuerte golpe de una piedra en la cabeza la madrugada de ayer. Se fue sin saber que aquella sombra que sentía que la espiaba no era otro que Javi, que intentaba reunir el valor para pedirle una cita. Ella nunca lo supo y Javi siempre pensó que, si la hubiera acompañado aquella noche, nadie la habría herido.

10 comentarios:

  1. Cómo siempre me has dejado sin palabras. Un relato expertacular 🤩

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    1. Muchísimas gracias por tus palabras. Un abrazo fortísimo¡

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  2. María...sin respiración... Patri...

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  3. Me encanta!!!!!!genial.......y k palabras más sabias😜😜😜😜

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    1. Muchas gracias¡¡¡ No te imaginas la ilusión que me hace que os guste¡ Un besazo muy grande¡

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