sábado, 26 de octubre de 2024

Al cerrar los ojos


Si cierras los ojos puedes sentirlos moverse alrededor de tu cama. Intentas mantener tu cuerpo tapado con la ropa de la cama porque sabes que si no acariciarán tu piel son sus gélidos dedos. Te observan mientras duermes. Alguna vez te han hablado cerca del oído mientras soñabas y por eso te has despertado de golpe, con el corazón latiéndote a mil por hora. Tu subconsciente lo sabe.

No necesitan abrir la puerta, pueden atravesar cualquier superficie, en ocasiones incluso se meten en tus sueños y ven qué te preocupa, se alimentan de tu miedo. Hay veces que están inquietos y te empujan hacia la muerte, te despiertas asustado porque creías caer a un abismo.

Cuando la habitación está completamente a oscuras, si observas con atención te das cuenta de cómo se mueven las sombras, se acercan a ti. Te sonríen. No llevan sábanas blancas como te los mostraban los dibujos animados cuando eras niño. Visten aquellos ajados ropajes con los que fueron enterrados. Son tus seres queridos, te extrañan, por eso te rondan esperan que llegue el momento en el que te unas a ellos.

Hay noches en las que te hacen vivir sueños horribles, otras te oprimen la vejiga esperando que tengas ganas de orinar te levantes a oscuras y pases a su lado. Notas ese aire frío en tus mejillas, en el pelo de tu cabeza, te acarician al pasar. 

Cuando prendes la luz se desvanecen, vuelven a su destierro en el Más Allá. Esperando que vuelvas a quedarte a oscuras para poder seguir en tu cuarto, para saborear tu piel. Se alimentan de tu alma mientras duermes. Aquellos días en los que te duele el cuerpo es porque han estado especialmente activos. Te han molestado, te han hecho moverte en posturas imposibles. Algunas veces se suben a tu pecho y tienes la sensación de que te falta el aliento.

No necesitas verlos, si cierras los ojos los sientes, sabes que están allí. Seguramente los has oído susurrar entre ellos. Cada cierto tiempo juegan a introducirse dentro de ti. A través de tus suspiros se cuelan en tu cuerpo, te usan como envoltorio de su alma oscura. Por eso hablas de noche, tratan de comunicarse. Te crujen los huesos al despertarte porque tu cuerpo no es lo suficientemente grande para ellos y han tenido que mover un poco tus articulaciones.

Cuando decides leer antes de dormir, esperan agazapados a los pies de tu cama. Alguno desde el techo con mucho cuidado va cerrando tus ojos para que el sueño te arrastre a su voluntad. Apagas la luz y por fin comienzan su tétrico baile.

Hay personas muy sensibles a su presencia y, cuando saben que un nuevo alma les ronda, huelen la cera de las velas que los acompañaron en el duelo de su muerte. Otras sin llegar a notar esa fragancia, escuchan algún movimiento en el solitario pasillo de casa. 

Las tormentas no les asustan, pero saben que te pone nervioso así que empujan violentamente las persianas mientras duermes. Son los dueños de los sonidos nocturnos, el tic tac de un viejo reloj, el goteo de un grifo, el rodamiento de canicas en el piso de arriba… 

Cuando te atragantas, si miras en un espejo puedes verlos detrás de ti, sonriendo con sus pieles moradas y negras. Ponen sus largos dedos alrededor de tu cuello. Según aquel que te acompañe en ese momento suelta el agarre o no. Cuando las cosas se cambian de sitio es porque juegan a confundirte. Cuando piensas en alguien y te escribe o aparece es porque ellos te susurran al oído su nombre. 

Esta noche es noche de difuntos, hoy son especialmente poderosos. Procura no dejar tus pies al aire o conseguirán arrastrarte con ellos, te llevarán a vagar por siempre por el mundo de la oscuridad.


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